Para muchos investigadores los dientes han sido un misterio con respecto a su resistencia, ya que estos soportan cantidades enormes de presión, día tras día, año tras año, aún cuando el esmalte que los recubre es sólo tan fuerte como el vidrio.
Un nuevo estudio nos da la respuesta a esta interrogante. En la Escuela de Ingeniería Mecánica en la Universidad de Tel Aviv y la Universidad George Washington, hicieron un experimento donde aplicaron diversos grados de presión mecánica a cientos de dientes extraídos, y estudiaron lo que ocurría en su superficie y en su interior.
Los resultados de sus análisis muestran que lo que mantiene de una sola pieza a nuestros dientes es su estructura altamente sofisticada. Tan sofisticada, que emularla puede ser una buena estrategia de ingeniería para mejorar el diseño estructural de las aeronaves y vehículos espaciales del futuro.
Los dientes están hechos de materiales compuestos extremadamente sofisticados que reaccionan de manera extraordinaria bajo presión. Nuestros dientes exhiben asombrosas propiedades mecánicas y geométricas, y con el tiempo desarrollan una red de microfisuras que los ayudan a dispersar la tensión mecánica. Esto, y la capacidad de los dientes para reparar las microfisuras con el transcurso del tiempo, evitan que se fracturen en grandes pedazos cuando comemos alimentos duros, como por ejemplo frutos secos.
Bajo presión mecánica, la arquitectura interna de los dientes no presenta una vía clara para la liberación de la tensión mecánica. Por consiguiente, las microfisuras absorben al unísono la presión, evitando así las grietas y las grandes fracturas. El aprovechamiento de esta propiedad podría llevarnos a una nueva generación de materiales compuestos mucho más fuertes para los aviones.
Estos resultados quieren aplicarlos a la ciencia aeroespacial, ya que los expertos sugieren que si se puede combinar la estructura especial del esmalte de los dientes, el mecanismo de microfisuras que reduce la posibilidad de roturas grandes, y la capacidad de autorreparación, sería posible desarrollar aviones y vehículos espaciales más fuertes y más livianos. Aunque la creación de aeronaves autorreparables está lejos en el futuro, este nuevo estudio sobre la estructura de los dientes puede comenzar ya a inspirar a los ingenieros aeroespaciales, y por supuesto ser también de utilidad para los dentistas.
Entrando a la rama odontológica, esta investigación sirve como base a partir de la cual inventar coronas más fuertes y más capaces de resistir el inevitable desgaste bucal asociado a la masticación. En poco tiempo se podrá crear materiales "inteligentes" que imiten las propiedades de los dientes reales. Tiempo al tiempo. (DM)
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